Todos sabemos que para pintar necesitamos un pincel y pintura. Pero pintar no es solo eso. Hay un montón de herramientas y suministros en los que pensar cuando estás pintando por tu cuenta. En nuestro artículo Cómo prepararse para pintar una habitación, hablamos de todo lo que precede al proceso de pintura y de cómo llevarlo a cabo. Hoy, vamos a ver las herramientas individuales, para qué se utilizan y un esbozo del coste económico de cada necesidad. A no ser que estés pensando en convertirte en pintor profesional, puede que no te merezca la pena comprar tanto equipo nuevo para utilizarlo una vez cada 5 años para tu repintado habitual.
Cobertura a fondo sobre todo
La pintura no empieza con la brocha y la pintura, sino mucho antes, cuando preparamos nuestras habitaciones para pintar. Aquí es donde entran en juego diversos materiales de recubrimiento, que facilitan la limpieza después de pintar la habitación y también protegen nuestros muebles y suelos de las manchas y, por tanto, de los daños de la pintura. Existen diversas variantes de láminas y películas de recubrimiento, que básicamente solo se diferencian por su grosor. También puede utilizar un forro polar. Se trata de la protección más gruesa, adecuada también para las zonas más propensas a sufrir daños, como los marcos de las puertas o determinadas zonas del suelo que se pisan con frecuencia. Sin embargo, en comparación con las lonas normales, que cuestan decenas de euros, este material puede ser mucho más caro.
También necesitarás la clásica cinta de papel de pintor. Esta cinta no solo une todos los materiales de revestimiento en una superficie impenetrable, sino que también protege los enchufes o las tuberías de los radiadores.
Para el manejo de los materiales de recubrimiento (tanto si te decides por una lámina clásica como por un forro) te bastarán unas tijeras normales. Sin embargo, también puedes invertir en un cuchillo para pladur, que es de mayor calidad y puede ser más adecuado para el forro.
Un último consejo: cuando cubras las ventanas, no te olvides de los cristales. Estos se pueden cubrir con las láminas de recubrimiento mencionadas anteriormente, o con cartón o cartulina. Te aseguramos que así no encontrarás ni la más mínima salpicadura después de pintar que pueda estropear la vista desde tu ventana.
Deshazte de la pintura vieja
Una vez que hayas cubierto cuidadosamente todo lo que se haya podido ensuciar durante el proceso de pintura, por fin llega a las paredes propiamente dichas. Todavía no se va a pintar como tal, primero tendremos que asegurarnos de que la pintura se adhiere correctamente. Esto implica raspar las paredes, limpiar posibles rozaduras y desniveles, e imprimar la mampostería.
Para raspar las paredes, necesitarás un rodillo de pintura grande, preferiblemente con un mango largo (ya sea telescópico o normal), que también te será útil para pintar más tarde. Hay una prueba sencilla para saber si hay que rascar la pared o no. Pasa un rodillo húmedo por la pared: si la pintura empieza a despegarse inmediatamente, es que hay que rascar la pared. También puedes utilizar el rodillo para humedecer el sustrato antes de rascar. Para ello, necesitarás un rascador de pintura, que no te costará mucho: unos 2 euros. Para el lavado posterior del enlucido (es decir, la eliminación de los restos de yeso) puedes utilizar un cepillo redondo corto, que también utilizarás más tarde durante la pintura y no tienes por qué invertir, por ejemplo, en un fieltro de albañil, que suelen utilizar los albañiles.
Pero, ¿y si queda desigual?
Tras un raspado a fondo, habrá que reparar cualquier desnivel que haya aparecido a lo largo de los años. La herramienta de la que no puedes prescindir es una espátula. La usarás para aplicar el compuesto de aseo, sea cual sea tu elección. Además, no es muy cara.
Entonces, ¿qué se utiliza para rellenar los agujeros? Depende del tamaño y la extensión de los agujeros o abrasiones de tus paredes. Si el desgaste es mayor, considera la posibilidad de utilizar yeso. Pero, ¡cuidado! Aunque el yeso es económico, si nunca has trabajado con él, aplicarlo puede ser un suplicio. Una alternativa puede ser utilizar una rasqueta para interiores ya preparada. Es apta para uso inmediato y reparará incluso pequeños arañazos y abolladuras. También puedes utilizar sellador en polvo, que es más barato. Además, hay que tener cuidado con su aplicación. Otra alternativa es la masilla acrílica, que es fácil de aplicar y más asequible porque viene en envases más pequeños.
El último paso antes de pintar: ¡la imprimación!
Después de estos ajustes, obtendrás una mezcla de materiales en la pared, que debe unificarse. Una imprimación se encargará de eso, y además puede hacer muchas otras cosas. De hecho, aumenta la adherencia de otros revestimientos y la pintura cubrirá perfectamente. Además, la imprimación evita el moho, sobre todo en las habitaciones más húmedas y, por tanto, más propensas a este problema.
Además de la imprimación, necesitarás un rodillo y una brocha. Pero ya los tienes gracias a los pasos anteriores. También necesitarás otro tipo de brochas para aplicar la imprimación, que luego podrás utilizar para la pintura propiamente dicha. Considera la posibilidad de comprar una brocha más pequeña para los detalles más finos y una brocha de esquina para las zonas difíciles de alcanzar.
Por último, la pintura
Ya hemos hablado en detalle de cuándo utilizar una brocha y cuándo un rodillo en nuestro artículo sobre los errores más comunes al pintar. Sin embargo, la lección más importante es que realmente necesitas ambos. Te recomendamos adquirir un juego de brochas y rodillos. Asegúrate de que el paquete incluya también una bandeja de pintura y una escobilla de goma, imprescindibles si quieres que la pintura se distribuya uniformemente por las paredes. Piensa también en un caballete para pintar, a menos que adquieras un rodillo con un palo largo.
Comments